Los padres de hoy en día fuimos los niños del pasado, los mismos que crecimos sin Internet, sin celulares, sin computadoras, sin redes sociales, sin películas en 3D, sin Playstation ni Wii, sin 584 canales en la TV para escoger y sin reggaetón.
Y nombro todas estas cosas “modernas” (entre muchas otras) porque sé que por más “dañinas” que podamos pensar que son para la crianza de nuestros hijos, no lo son tanto como nosotros mismos cuando nos convertimos en UNOS PADRES MALCRIADORES.
¿A quienes de los que me leen no les dieron “correa”, con un cable de corriente o un mecate? ¿A quienes de los que ahora leen este post, no les pegaron 4 gritos y mandaron a dormir sin cena? ¿A quiénes de los que ahora son “gente grande”, no les dijeron cuando pequeños: “Ay Carlos José, si Ud. me raspa una materia o me repite el año, voy al colegio y allí mismo lo jodo, para que le de pena con sus amigos, lo meto en un colegio militar, y si no quiere seguir estudiando lo pongo a vender café en una parada de autobuses”? Pues debo decirles que, a excepción del cable de corriente o el mecate, yo viví todo lo mencionado anteriormente.
Confiésense y dejen de darse golpes de pecho acerca de la psicología infantil y los traumas infantiles que desencadenan en delincuentes del futuro. Quítense la careta de “Yo no fui” o de “A mi no” por un momento.
En “nuestra época” no había “niños índigo”, ni “niños cristal”, ni “déficit de atención”, ni niños “hiperactivos”. Simplemente NOS PONÍAN CARÁCTER, nos daban una nalgada BIEN DADA, bien asentadita. Una bofetadita cuando contestábamos mal. Un “correazo” cuando le volteábamos los ojos a mamá. O en el peor de los casos, un palazo, un “mecatazo” o una que otra penitencia.
Y hablo de “nuestra época”, porque si hablara de la época de nuestros padres y abuelos, los castigos eran peores, MUCHO PEORES. Lo cual, mis queridos ofuscados y defensores de la NO VIOLENCIA DOMÉSTICA, demuestra que LA DEGRADACIÓN SOCIAL HA VENIDO SIENDO E INDUDABLEMENTE ES DIRECTAMENTE PROPORCIONAL A LA PÉRDIDA DE VALORES (impuestos la mayoría de las veces a palos, pero valores al fin y al cabo).
Que si es bueno o no pegarle a los hijos no es el tema de este post. Si Uds. así lo desean, más adelante podría hacer un post acerca de ese controvertido tema (soy hijo, nieto, sobrino y padre, por lo que tengo la propiedad suficiente para hablar de ello), pero hoy hablamos de los padres MALCRIADORES, no nos desviemos.
¿Cuantos de nosotros no hemos visto en fiestas, en la calle, en el transporte publico, a vecinos e incluso a familiares cercanos que LO QUE ESTÁN CRIANDO ES UN DELINCUENTE EN POTENCIA?
Ese terrible panorama fue el que despertó mi curiosidad e inquietud, y es por eso que Uds. están leyendo esto hoy. Y lo delicado del tema es que, así como dicen que “En peo de marido y mujer nadie se mete”, lo mismo ocurre con los padres: “Cada quien hace con la crianza de su muchacho lo que mejor le parezca”. Pero con la diferencia de que el peo del marido y mujer antes mencionado no me afecta como persona ni como sociedad (a menos que el del peo sea yo, claro está), pero la manera en que esos padres colaboran para forjar las lacras del futuro sí que me afecta (y a mis hijos) porque ellos serán efecto multiplicador de la degradación social dentro de unos años; porque ellos serán los asesinos, los conductores ebrios, los políticos de cuello blanco, los corruptos de oficio, los pseudo religiosos (¿ya dije corruptos de oficio?), y un gran etc.
Y hablando de religiosos, por allí he escuchado decir a algunos de ellos (llenándose la boca, como siempre) que en USA, (o el imperio mesmo, para los comunistoides que sé que también me leen) desde que hace unos años eliminaron la lectura de la biblia en los colegios, los índices de violencia y consumo de drogas se incrementaron en todo el país. Pero no hablan del % de abuso infantil por parte de los curas, ni del % de los nuevos pastores evangélicos ricos, dueños de emisoras de radio, de cadenas de TV y de inmensas propiedades, qué cosas, ¿No? Pero me volví a desviar del tema.
¿Uds. no se ofuscan, como yo, cuando ven cosas como estas?:
- Padres que tienen que decirle a sus hijos (de 5 años hasta los 15, aproximadamente) 4, 8, y hasta 10 veces una misma cosa. Por ejemplo: Recuerda que cuando te bañes, si mojas el baño, debes secarlo. En nuestra poca un salir del baño y dejarlo mojado era ganarse una reprimenda segura.
- Madres que dicen: “Cuando venga tu papá le voy a decir que no me haces caso”. O sea, ¿Es que acaso no se dan cuenta que ya están programando en la mente de su dulce cachorro que Papá es el que manda y que Mamá ES DE ADORNO? En nuestra época respetábamos a ambos por igual, pero le temíamos a la cólera de mamá más que a la de papá.
- Niños que montan un berrinche porque sus padres no le compran una cajita feliz, y los padres como idiotas le compran la bendita cajita, para que el bebé no se ponga ronco de llorar. En nuestra época, montar un berrinche era firmar tu sentencia, o mejor dicho, la de tus piernas, porque al llegar a casa te iban a enseñar a llorar de verdad a correa limpia.
- Padres que permiten que sus padres (o sea, los alcahuetas abuelos, porque vamos a estar claros: Abuelo que AHORA no es alcahueta, no es humano) decidan acerca de cómo criar, tratar y reprender a los hijos. En nuestra época, (o por lo menos a mi) me jodía mi mamá, y luego mi abuelo reforzaba… para que no me quedaran dudas… eso sí era trabajo en equipo, de verdad.
- Madres que hacen 2 almuerzos: Uno para ellas y sus esposos y otro para el querubín que no come cebolla, ocumo, ají, ajo, pimentón, topocho, jengibre, pescado, pollo con hueso, arvejas, lentejas, garbanzos, avena, yuca, aguacate, aceitunas, pasas, huevo, y cualquier cosa comestible y ALIMENTICIA que se nos pueda ocurrir. En mi época, dejar algún aliño en el plato era síntoma de que querías vértelas con Pedro Moreno (aquel cuerito viejo que quitaba lo malo y ponía lo bueno). ¡Y ojo! Que quien esto escribe era EL PEOR de los “mala boca”, porque yo llegaba a extremos tales de no comer NADA QUE NO FUERA COCINADO POR LAS SANTAS MANOS DE MI MADRE. Hasta que me tocó pasar hambre de la buena y aprendí el daño tan grande que le hacemos a los hijos al permitirles que sólo coman lo que a ellos les gusta: Nuggets de Mc Donald’s y tomen Tang.
- Padres que cuando están conversando con otro adulto, permiten que sus hijos interrumpan una y otra y otra y otra vez y cuantas veces al mocoso se le pegue la regalada gana. En nuestra época los adultos hablaban y uno SE ALEJABA, así de sencillo. ¿Interrumpir a los adultos? Si querías tu dentadura completa, sabias que debías decir: Permiso mami, ¿Puedo hablar?
- Padres que descuidan su vida sexual por dejar que su “hijito” duerma con ellos. “Pobrecito, es que el niño tiene miedo y su camita todavía es muy grande para él”, dicen. ¡Muchacho pa’ su cuarto, con la luz apagada y la puerta cerrada, carajo! (¡y en mi época, sin TV!). Esos mismos padres empiezan luego de un tiempo a andar amargados por la carencia de “ñaca-ñaca” y luego empieza el infierno en casa: Marido ostinado que busca en la calle lo que en casa no le dan, y mujer amargada que se engorda y descuida porque ya no le dicen lo bonita que luce, lo inteligente que es y lo rico que cocina… y así.
- Padres que les compran a sus hijos cuanto juguete venden y cuanto aparato tecnológico sale al mercado. He conocido niños de 7 años con iPod, DirecTV, laptop, Blackberry, Nintendo DS, Xbox, Playstation, Wii, bicicleta, patines, piscina en casa… pero tan solos y abandonados por sus padres. En mi época yo veía Mazinger en la TV y era feliz. Ni bicileta tenía, pero leía muchos libros y enciclopedias. Yo con 7 años tenía una perinola… y leía Kaliman (que me lo compraba yo mismo, ahorrando lo que me daban para merendar en el colegio).
- Padres que les dan dinero a sus hijos para que se vayan a divertir a los centros comerciales Y NO LOS MOLESTEN A ELLOS EN CASA. ¿Salir en nuestra época? Lo más lejos que podíamos ir era a jugar a la acera de enfrente, y los que como yo, vivíamos en apartamento, nos conformábamos con quedarnos en casa a ver TV o leer. Los fines de semana era que salíamos a algún parque con nuestros amiguitos más allegados, pero eso si, bajo la atenta mirada de nuestros padres.
- Madres sobreprotectoras (el extremo del caso anterior) que arman un drama cuando a sus hijos los pica un zancudo, cuando sus hijos eructan o cuando sus hijos sudan porque hace calor. Ni tan calvo ni con dos pelucas, ¡Por favor! En nuestra época podíamos jugar y caernos, llegar a casa con un morado producto de un pelotazo o con un raspón por alguna caída. Es normal.
- Padres que no revisan los cuadernos ni los deberes de sus hijos en el colegio. No se preocupan por sus avances en lectura y matemáticas ni en ninguna otra materia. En nuestra época no sólo nos revisaban los cuadernos, sino que nos preguntaban las tablas de multiplicar hasta comiendo. A mi me “fastidiaron” hasta el bachillerato. Fastidio que dio sus frutos, la verdad.
Tal vez he exagerado un poco en algunas reprimendas y castigos de “nuestra época”… tal vez no. Lo que quiero hacer ver es que ahora se le permite a los chamos unas cosas tan inverosímiles, que después vemos a esos mismos PADRES MALCRIADORES diciendo: “Ay no! Es que las cosas han cambiado tanto, los muchachos de hoy en día no hacen caso! El mundo está cada vez peor!”. ¡ELLOS SON LOS CULPABLES! ¡Y dentro de unos años será peor! Porque sus malcriados hijos serán a su vez Padres Malcriadores.
De seguro muchos de los que lean esto dirán: “Chamo, tu no tuviste infancia, sino un campo de concentración”. Probablemente sea verdad. Pero los adultos contemporáneos con dos dedos de frente que leen esto, pregúntense un momento: ¿Somos malos? ¿Tenemos traumas? ¿Acaso Uds. y yo somos psicópatas, sádicos, resentidos sociales, delincuentes o asociales?
Nuevos padres, padres malcriadores o malcriadores en potencia, les quiero compartir una lectura que conseguí por allí por la web:
10 pasos para hacer que tu hijo sea un delincuente
1. Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que pida. Así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece.
2. No le dé ninguna educación espiritual. Espere que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente.
3. Cuando diga palabrotas, ríaselas. Esto le animará a hacer más cosas graciosas.
4. No le regañe nunca ni le diga está mal algo de lo que hace. Podría crearle complejos de culpabilidad.
5. Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatos, ropa, juguetes... hágaselo todo, así se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás.
6. Déjele leer todo lo que caiga en sus manos, cuide de que sus platos, cubiertos y vasos estén esterilizados, pero que su mente se llene de basura.
7. Dispute y riña a menudo con su cónyuge en presencia del niño, así no se sorprenderá ni le dolerá demasiado el día en que la familia quede destrozada para siempre.
8. Déle todo el dinero que quiera gastar, no vaya a sospechar que para disponer de dinero es necesario trabajar.
9. Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades y placeres. El sacrificio y la austeridad podrían producirle frustraciones.
10. Póngase de su parte en cualquier conflicto que tenga con sus profesores, vecinos, etc. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo y que de verdad quieren fastidiarle.
Señores: Un coñacito, una reprimenda, un castigo bien dado a tiempo y de manera firme PERO JUSTA no le hace daño a nadie, y son muchos los dolores de cabeza que se ahorrarán a futuro.
¿Y Uds.? ¿Usan a Pedro Moreno? ¿O tampoco comen aliños?