Lo recuerdo como si hubiese sucedido ayer.
Título: Caracazo del siglo XXI
Yo, bañadito, desayunado, vestido con mi uniforme del liceo. Cursaba el 3er año de bachillerato (9no, para aquel entonces). Ese día, me encontraba algo nervioso pues tenía un examen de matemáticas de 2do lapso, y no iba muy bien que digamos en la materia. Sólo un milagro me salvaría de que el profe cambiara de fecha el examen de geometría y ecuaciones exponenciales, para el cual no estudié. Si lo reprobaba, me las iba a ver negras para el 3er lapso.
Pero Dios existe. Y los milagros también. Ese día mi mamá me dijo: “No salgas, parece que no hay clase porque hay disturbios”
¿Disturbios?, me dije yo. ¿Qué es eso? Me preguntaba. Sólo con el pasar del día pude “ver” que la cosa era grave. Pero con el correr de los años fue que verdaderamente lo entendí.
Desde la casa de la vecina de enfrente teníamos una panorámica total de la situación: La gente, enardecida, bajaba como hormigas del cerro, pero no a trabajar, sino a saquear. Tampoco sabía qué era eso. Pero eso era lo que decían mi mamá, la vecina y su esposo.
La gente bajaba como loca gritando no sé qué cosas, y subían con televisores, equipos de sonido, muebles, pacas de harina, cajas con comida, con mantequilla, con arroz, con pasta. Con piernas enteras de reses. Se oía el estruendo de vidrios romper y de santamarías ceder ante el empuje de la fuerza del salvajismo sin control. Pero yo no entendía por qué. Empezaban a aparecer columnas de humo de muchos locales comerciales.
La mañana corría. Y por la TV decían que todo se había originado por un paquete para medir no se qué. Después entendí que era “Un paquete de medidas económicas” del presidente recién electo: Carlos Andrés Pérez. En el liceo todos lo conocíamos como “el gocho”, pues su campaña de “el gocho pa’l 88” caló a todo nivel. Y así fue. Ganó las elecciones. Toda esta confusión y mi milagro de no tener examen pasaban en febrero del año 1989.
Ya como al medio día, decían que el ejército y la policía iban a salir a la calle a calmar la situación. Hablaban de “suspender garantías y de toque de queda”. Yo no entendía nada, pero como todo el mundo, estaba pegado a la TV. Se empezaron a oír tiros y todos corrimos a las ventanas a ver lo que pasaba.
Esas imágenes quedarán grabadas en mi memoria para siempre. Camiones cargados con militares se estacionaban en medio de la Av. principal del sector donde vivía y sin decir nada a la gente, empezaban a disparar contra todo aquel que cargara comida u objetos en sus manos. Vi gente caer al suelo, vi chispas por las balas que daban en las rejas, vi troneras abrirse en las paredes y láminas de zinc de los techos doblarse como si de papel aluminio de tratara.
Tuvimos que escondernos en los cuartos, debajo de las camas. Y los otros vecinos del edificio decían que la policía y el ejército iban a empezar a allanar los edificios y casas para recuperar lo que habían saqueado.
Esa noche no dormimos, y aunque había toque de queda, todavía se oían tiros en las calles y a la gente gritar; además de que teníamos miedo de que se metieran al edificio o los apartamentos. Se oían patrullas o ambulancias pasar a toda velocidad. Todo era muy tétrico y confuso. Al día siguiente, las imágenes de la TV mostraban a una ciudad fea, sucia, con negocios destruidos y mercados vacios. Y los adultos a mi alrededor hablaban que si del costo del pasaje, del aumento de la gasolina, del sueldo mínimo, etc. etc. etc. En ese momento no entendía nada. Pero el tiempo pasó y ahora sí entiendo.
La realidad del país hoy día, 21 años después de estos acontecimientos históricos, no dista mucho de la que en aquel entonces nos tocó vivir (al resto de venezolanos, a mi familia y a mí). No dista mucho, dije, salvo por el gobernante de turno, el cual ha hecho lo mismo (o hasta peor) que hacía el gobierno del 89.
Si tuviéramos que enumerar las pocas diferencias entre ambos gobiernos, podríamos decir que la más importante es que el actual COMPRA LAS CONCIENCIAS antes de que éstas le vengan a pasar factura.
Creando misiones que no son más que pañitos de agua caliente; ascendiendo a unos y dando de baja a otros, en el entorno militar, para acallar descontentos; dando créditos con muchas facilidades de pago, pero eso si, a un grupo reducidísimo de venezolanos; y enarbolando banderas de lucha contra los “ricos”, para tratar de despertar el siempre latente odio del pobre; pero del pobre sinvergüenza, no del pobre humilde, pero trabajador y honrado.
Sí, no se ha aumentado la gasolina, pero ¿A qué costo para el sector petrolero? El detonante del 89 fue el aumento de la gasolina, lo que genero el consabido efecto dominó de aumento generalizado de todo: Pasajes, repuestos, alimentos, servicios, tasas de intereses, dólar…
Cómo están las cosas hoy, irrespeto a la iglesia, inseguridad sin control, corrupción galopante, guerra abierta al que piense distinto, expropiaciones sin ton ni son, pérdidas millonarias por alimentos podridos, por sólo nombrar algunas cosas, ¿NO ESTAREMOS LOS VENEZOLANOS AL BORDE DE VIVIR UN CARACAZO NUEVAMENTE, PERO ESTA VEZ DEL SIGLO XXI?
Por cierto, en aquel entonces yo no me salvé de mi examen de matemáticas, pero logré entender que lo que tiene que pasar, tarde o temprano sucede.
¿Entenderá esto el gobierno?
Eso me temo, de que haya un nuevo "Caracazo"...
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