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viernes, 16 de diciembre de 2011

De las fiestas de Fin de Año y otros males navideños



Un acontecimiento que siempre se presta para todo tipo de shows, chistes y comentarios antes, durante y después de su realización es la popularísima, criticadísima, pero siempre ESPERADÍSIMA Fiesta de Fin de Año de nuestros trabajos.

Y es que así sea en el sector publico o privado, en empresa grande o pequeña, con muchos compañeros o con pocos, este acontecimiento ÚNICO en el año siempre es esperado con ansias, bien sea para comer y beber gratis a costilla de los hijos de puta jefes (aunque eso de gratis… no sé, porque si te has jodido todo un año para esa empresa, ¿No crees que una fiestica de una tarde/noche NUNCA será suficiente?).

Pero ese no es el tema de este post. El tema en cuestión es el evento como tal. Las incongruencias de algunos compañeros de trabajo por ESTAR ALLÍ y figurar cual modelos de pasarela. O el exacerbado y descarado jalabolismo de muchos otros, que creen que sacando a bailar a la jefa gorda y culona van a ganarse el cielo. O, como en el caso de quien esto escribe, los que tienen la pérfida pero justificada intención de comer y beber hasta que el mesonero te diga: “Sr., ya no hay más, se acabó todo”; porque, aquí entre nos, cuando yo he tenido la oportunidad de ir a la fiesta de fin de año de los empleos que he tenido, he ido pa’ comer y beber como un cosaco… “¡Que gasten esos hijos de puta en mí, carajo!”, he pensado, lo confieso.

Es por esto que, debido a mi vasta experiencia laboral en empresas buenas, malas, mediocres y mierderas, quise hacer una pequeña lista de las cosas tragicómicas que he visto/escuchado en estos agasajos que nos “regalan” los jefes, y en los que ellos (los patronos), creen (gracias a la actitud imbécil de muchos empleados) que por hacer una fiestica de fin de año, o una cenita, o una parrillada, etc., pueden seguir con sus pies encima de nuestros pescuezos.

¿Díganme Uds. si no han visto cosas como estas?:

  • Las gordas infaltables de la oficina que apenas suena la primera gaita por allá en octubre, empiezan con el tema de las dietas. “¡Marica, tengo que bajar 3 kilitos nada mas, para el vestido de la fiesta de fin de año!”. Cuando en verdad, las regordetas en cuestión lo único que se ponen es un mono deportivo durante todo el año porque no hay un jean que aguante semejantes traseros y lipas. Estas son las mismas mujeres que se compran unos trajes cual Tigresa del Oriente, con unas pintas todas exóticas y unos maquillajes extravagantes que al llegar a la fiesta uno dice: "Esa chama se parece a fulanita... ¿donde estará?"
  • Los babosos “latin lovers” que van a esas fiestas con la única y exclusiva intención de caerle a labia a cuanto culito medio maquillado y en minifalda vean. Son los propios que quieren bailar con todas, de ropa brillante al estilo Wisin & Yandel, con cortecito de cabello a lo "Urban Style" y perfumados con esas colonias de Perfumes Factory que te dan ganas de estornudar. Son los mismos que aunque ni un besito les hayan dado, al día siguiente entre ellos comentan: “¡Güon! ¡Me di unos besos con la flaca de Recursos Humanos, una metedera de mano, una cosa! ¡‘So ta’ listo!
  • Los jefes de la época de la Billo’s Caracas Boys, que quieren sacar a bailar a las empleadas con ese tumbaíto de abuelo a lo “yo quiero ser como Ariel, yo quiero ser como él” (8). Y las chamas, apenadas, no tienen más remedio que salir a bailar con el ridículo viejo. (Aunque ellas arden en deseos de que quien las saque a perrear sea el mensajero, porque “mensajero que se respeta, baila reggaetón”).
  • El vomitón. ¿Verdad que en toda fiesta de fin de año hay alguien que se vomita? Generalmente es por exceso de licor, pero he estado en “rumbitas” en las que el vómito ha sido producto de una indigestión por comida de dudosa calidad. En el baño, en una silla, en la pista de baile y hasta en un carro he visto “vomitones de fiesta de fin de año”. Si eso te sucede en una fiesta, reza por que el año que viene haya otro vomitón (que no seas tú), porque hasta que no haya otro que te destrone, seguirás siendo el hazmereir de todos en la oficina por un año más.
  • La despechada, borracha y llorona. En diciembre, época de rumba, diversión y regalos, no faltan las parejitas que pelean y hasta terminan con su relación. Si esto le sucede a alguna de tus compañeras de trabajo, de seguro la verás en la fiesta con unas cuantas copitas de más, riendo pero llorando, celebrando pero maldiciendo, y cantando pero hipeando; todo esto con el nombre del maldito que la dejó. Se le correrá el maquillaje, se quitará los tacones y bailará tambores. Muy probablemente sea víctima de los “latin lovers” arriba mencionados y seguramente acabe entregada al hombro de algún otro compañero comprensivo que la consuele en algún cuarto de hotel. Lo sé porque me lo contaron.
  • Los jefes tacaños. He estado en empresas en las que los malditos de los jefes, días antes dicen: “Recuerden, para la cena de fin de año que vamos a hacer en el restaurante X, deben aportar la pequeña suma de 800 BsF por persona, y pueden llevar acompañante, pero hay que poner lo de esa persona también”. ¡Por favor! ¿Qué se creerán los desgraciados así? Demás está decir que no he ido cuando la “condición” ha sido esa. Prefiero quedarme en mi casa comiendo pan de jamón y jugando XBOX.
  • El jalabolas impertinente. ¿Cuantas veces he escrito en este blog acerca de esta especie? Nunca serán suficiente las veces, la verdad. Pero es que estas plagas están en todas partes, y la fiesta de fin de año es una de sus oportunidades favoritas para figurar. Son los que llegan de primeros, y se sientan con el jefe (o por lo menos en la mesa mas próxima), tratan (y lo logran) de salir en todas las fotos en que éste salga. Si el jefe baila tango, el jalabolas baila tango. Si el jefe practica submarinismo, el jalabola usa snorkel. Si el jefe bebe whisky, aunque el jalabolas de lo que sepa sea de cerveza, beberá whisky. La cuestión es figurar por encima de los demás y publicar al día siguiente todas esas fotos en Facebook, con orgullo, claro está.
  • Los lambucios muertos de hambre. Porque una cosa es IR A TRAGAR Y A COMER como yo lo hago (hasta que el ombligo se me ponga plano) y otra muy distinta es ir con vasos y platos de cartón en la cartera (hasta he visto gente que lleva bolsas de piñata y envoplast), pendiente de qué queda, para llevárselo a la casa “pa’ pola”. ¡Por Dios! Coman, engullan, ¡Pero no demuestren esa miserabilidad al caer como zamuros sobre las aceitunas que quedan en la bandeja de quesos!
  • Los de dos pies izquierdos. Salir a bailar con alguien que NO SABE es una cosa muy triste. Porque ¡Vamos! Si ves que la música está buena, tienes alcohol demás en el “güiro” (o cerebro, para los no entendidos en el lenguaje coloquial caraqueño), hay unas parejas que están “majomenos” (las gordas de las dietas, ¿recuerdas?, ¡Que a esta hora ya las ves Hermosas!) y te sientes alegre, LO MÍNIMO QUE QUIERES ES BAILAR al ritmo de lo que esté sonando, así tu seas miembro de la iglesia de los últimos días de los últimos tiempos de los últimos pendejos. Y qué fallo cuando te vas a la pista, tomado de la mano de la escogida entre las escogidas, y ¡zas! ¡La caraja no sabe bailar! Tienes que poner cara de tarado, sonreír como un imbécil mientras piensas: “¡Que se acabe esta maldita canción ya!”. Pero te jodiste, porque el DJ puso un remix de merenguito de los 80 y el set dura 45 minutos… FUCK! Es aquí cuando luego de 3 canciones de Wilfrido Vargas y Diveana, caballerosamente debes decir: “Mi reina, tengo calor, ¿nos sentamos?” Y te alejas de ella PARA NUNCA MÁS EN TU VIDA pensar en invitarla a bailar. (Ojo, el hecho de que no sepa bailar verticalmente, no significa que no pueda hacerlo medianamente bien de manera horizontal, pero es un indicio).
  • Los mesoneros panas. Siempre hay mesoneros a los que te ganas (si eres mujer, con un escote; si eres hombre con un billete verde o marrón, no de otro color), y a los que tienes de tu lado para que antes de pasear la ronda de pasapalos por otras mesas, pase PRIMERO por la tuya. Debes cuidadosamente escoger de entre varios. No te vayas de buenas a primeras por el más bonachón, porque puedes caer en las garras de algún colombiano paisa, que te quiera cobrar cada vez que te deje la bandeja de tequeños en la mesa.
  • El siempre injusto intercambio de amigo secreto. En el que TODOS ya saben quien le regala a quien, y los regalos, en el 95% de las veces son injustos. ¿Por qué? He visto casos en los que uno regala unos zarcillos, una cadena, una cartera BUENA, y a ti te salen con una toalla que dice Chicago Bulls o con una gorra que dice: Bass Pro Shop. ¡O sea, por Dios! En vista de tantas decepciones (aunque muchas veces yo amenzaba: si no me compran tal cosa, no voy al intercambio), decidí no jugar más a ese decepcionante “jueguito” de Enemigo Injusto y Secreto. Como nota de confesión, les cuento que una vez estaba yo en uno de esos intercambios y estaba participando la jefa del dpto., (que nadie quería, por cierto) y aunque yo no le regalaba a ella, me encargué de hacerle regalos grotescos, pornográficos, burlones y de mal gusto durante todo el proceso de espera del intercambio final. Nunca me descubrieron, pero me reí un mundo con las caras largas de esa noche. #Cizañero.
  • Los hipócritas. Esos compañeros que durante todo el año NO TE HABLAN NI TE SALUDAN, pero que con unos traguitos encima, se ponen “alegrones”, amigables, full fraternales y quieren estarte abrazando y diciendo: “¡Yo soy tu pana, me caes muy bien!”. Es el tipo de gente a los que parece que se les activa un gen, un cromosoma, un chip de regalar, tratar bien, ser fraternos y buenos compañeros; pero que apenas comienza enero, vuelven a ser los mismos Cara e’ Tabla de siempre.
  • Los #ForeverInLove. Son esos seri@s que durante todo el año los ves con una dureza, una cosa; pero que ese día, alcohol mediante y fin de año cerca, se te guindan del hombro, para confesarte su “eterno amor secreto y clandestino”. Tú te quedas con cara de O.O. ¿Qué más puedes hacer? A partir de Enero no mirarás igual a esa persona.
  • Los Grinch. ¡Y Ojo! Por más Grinch que puedan catalogarme a mí, por mis críticas, yo no odio la navidad, lo que odio es la ACTITUD falsa, desesperada e hipócrita de la gente en estas fechas. Pero sí, nunca falta en estas reuniones el que no ríe, anda con su eterna cara de culo, como diciendo: “Me cansé de vivir, ¡mátenme!”. Con ignorarlos es suficiente.
  • Los alcohólico-depresivos-morbosones. Son los que con menos de 4 cervezas o 2 tragos de ron, ya parecen un perrito cachorro cuando le pones tu pie. Quieren meterte mano cuando bailan, susurran al oído cosas como: “Siempre me has gustado, ¡estas bellísima! ¿por qué no nos vamos a otro lado sin que nos vean? Tranquila, que nadie en la oficina lo va a saber” (todo esto con un susurro-seseo a lo Lord Voldemort). Y claro está, esto aplica también para mujeres, pues he conocido unas cuantas así, que el alcohol les activa el punto G y se ponen mas eróticas que un video de Lady Gaga con Las Chicas del Can. Es importante no confundir a estos con los “latin lovers”, pues estos van en serio y si te descuidas, te meterán mano (u otra cosa), mientras que los “latin lovers” son pura bulla.
  • Los #ForverTripaCañera. Son los bebedores empedernidos. Los alambiques, pues. Beberán y beberán, todos se dormirán, vomitarán o irán a hacer “cositas” en los baños y ellos seguirán allí, “chupando caña”. Los propios vikingos. Siempre me he preguntado: ¿Cómo harán para no perder la consciencia?
  • El/La macaquit@ pseudo sifrin@. Son aquellos mal hablados, mal vestidos, de origen humilde (TIERRÚOS, PUES) que aparentan un lenguaje ultra wow. Quieren hablar y vestir bien, codearse con gente  “chévere” y decir que van a comer o a pasear a lugares “cool”. Pero que el día de la fiesta de fin de año, PIDEN ANÍS, VINO PASITA, VODKA GLACIAL, VENTARRÓN, SANGRÍA y otras bebidas espirituosas que usualmente beben ellos. Y gracias al alcohol afloran sus “verdaderos yo’s”. Hablan como lo que son: Tukkys. Bailan como lo que son: Niches. Se divierten como lo que son: Marginales… y así.
  • Los eternamente acartonados. Que viven aparentando. Son diametralmente opuestos al caso anterior, pues mientras más beben, mas plásticos o “fo” se ponen (o creen ellos que se ponen). Una alcurnia para comer, una exquisitez para beber, una cosa; pero el licor, bebida que afloja hasta a las almas mas emperifolladas, al final logra demostrar que por más alcurnia que tengas (o quieras aparentar) todos cagamos igual.

Y probablemente tú, que me lees y te gozas las fiestas de tu empresa como todo un buen “jala mecate”, esperando algún ascenso, o dándotelas de “diva del satén y la lentejuela”, tengas otras impresiones que aquí no plasmé. ¡Compártelas con nosotros también!

¡Feliz Año Nuevo!

¡Salud!

5 comentarios:

  1. Jajajajajajajajaja!#DejaVu
    Situaciones que he vivido, personajes que conozco, desde la compañera de trabajo que te odia con locura y bajo los efectos del alcohol te admira hasta los jalabolas de oficio, casualmente esta noche es nuestra cena en la empresa, asi reire al revivir todos y cada de estas situaciones/personas

    Excelentisimo!

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  2. jajajajaja de mas de bueno.. jajaja sobre todo comer hasta tener el ombligo plano.. y ni hablar de las bebidas espirituosas. si se meten los espiritus, indios y mas.. ahhh A MI TAMBIEN ME LO CONTARON. naaa masiao bueno no creo q exista alguien que diga q no ha vivido ni una de esta situaciones..

    te la comiste como siempre mi lobo

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  3. ay chiamo.. no se te quedo nada en el tintero.. pero si un personaje: el arrocero.. que encaja perfectamente an algunas de la definiciones de tu post, solo que es el acompañante de algun trabajador..
    de toda mi vida laboral, he tenido la suerte de que por diveras razones no he estado en la fiesta del dia del trabajador, fin de año, reinauguraciones, etc...
    y en este año 2011, el HDP de mi jefe es taaaan tacaño, que no habra "fiesta" de fin de año..

    Salu2

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  4. La peor calaña son las viejas que van a cualquier fiesta para salir con 3/4 de la cartera con comida envuelta en servilletas o bolsas plásticas, no se te escaparon las muertas de hambre.

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  5. Gracias a todos por sus comentarios!

    Ya saben: Se acuerdan de mi cuando vayan a sus "fiesticas"!

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