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martes, 22 de septiembre de 2015

El lujo de enfermarse en Venezuela

De pequeño fui un niño enfermizo. De niño sufrí de asma y otras dolencias que me hicieron ser además de enfermizo, mimado y consentido.

Pero eso fue hasta los 13 años, cuando me desarrollé y me convertí en todo un adolescente pajizo y activo. Nunca más me enfermé de nada, ni de gripe. Y menos mal que hasta ahora ha sido así. Pero no soy una máquina, y en algún momento me tenía que volver a enfermar.

Todavía recuerdo a mi mamá, dándome cuanto remedio y guarapo había para curarme el asma. También recuerdo que en la 4ta República iba con ella al Seguro Social (IVSS) para que me atendieran y me dieran mis medicinas.

Recuerdo que en las antiguas salas de espera había aire acondicionado, te hacían una historia, te llamaban por parlantes con tu nombre y apellido, y te daban las medicinas, en frascos y cajitas con el logo del IVSS en blanco y azul. Nunca vi ni la bandera de Venezuela ni la cara del presidente de turno.

Los médicos y enfermeras eran venezolanos que te sonreían y se acordaban de tu nombre cuando los visitabas. Yo lo recuerdo. Nadie me lo contó. No lo imaginé.

Y así fue por mucho tiempo. Hasta que a un resentido militar de Barinas se le ocurrió la grandiosa idea de “liberar” y “despertar” a este oprimido pueblo.

jueves, 10 de septiembre de 2015

Carta a Maduro y a Santos

Las diferencias entre Colombia y Venezuela son de vieja data. No es la primera vez que ambos países hermanos se encuentran en conflicto, afortunadamente sólo diplomático, por temas fronterizos.

¿Qué hermanos no se pelean? Esto es normal. Muy normal. Y siempre hay una solución pacífica.

Lo que no es nada normal es el manejo de “vecindad” que le quieren imprimir al asunto.